EL SILENCIO DE UN LEGISLADOR

Jue 17/04/2014 | Archivo

Muchos vecinos de la zona sabían que el puente sobre el arroyo Acaraguá representaba un tremendo peligro y trataron de hacer oír sus voces de alarma; voces que sin duda tuvieron que haber llegado a oídos de la titularidad de la Dirección de Vialidad Provincial que, como trágicamente se demostró el domingo, no prestó atención a los reclamos de la gente.
Pero hay otro detalle, macabro, en torno de la tragedia ocurrida ese día cuando se desmoronó el puente llevando al abismo a un colectivo con varios pasajeros: la actuación, previa al accidente, del diputado Héctor Bárbaro. Al tratar de eludir sus responsabilidades ante acusaciones que afirman que él había gestionado la habilitación del puente para transportes de carga, el legislador contó que antes del accidente había hablado con el presidente y con técnicos de Vialidad Provincial y dijo que uno de esos técnicos le indicó que el puente estaba en pésimo estado y que podía caerse en cualquier momento. Si Bárbaro realmente recibió esa alarmante información, resulta verdaderamente macabro que no haya usado los muchos recursos que tiene un diputado para lanzar una fuerte alarma y poner la situación en conocimiento de todas las autoridades competentes y de toda la población a fin de que se evite inmediatamente todo tipo de tránsito sobre el peligroso puente. Bárbaro no es un simple vecino que sabe de un riesgo y no sabe cómo hacer escuchar su voz de alarma; al contrario, este diputado demostró en sus campañas electorales y en sus actuaciones legislativas que es ducho en hacer denuncias, fundamentadas o no, y en hacer escuchar sus reclamos sobre situaciones críticas, reales o no tanto. No obstante ese poder, Bárbaro no se hizo escuchar advirtiendo sobre lo que le habría dicho el técnico de Vialidad ni sobre la indiferencia del presidente de Vialidad Provincial respecto de este peligro inminente. De haberlo hecho, quizá el luctuoso accidente del domingo no habría ocurrido. El mismo Bárbaro declaró que, pocas horas después de haber recibido la alarmante información de parte del funcionario de Vialidad, vio que el puente seguía siendo transitado. Y de sus propias declaraciones se deduce que lo único que le importaba era por qué los transportes de tabaco no podían transitar sobre el puente. Que lo hicieran otros vehículos, con tremendo riesgo, no parecería que fuese para él motivo de preocupación. Su silencio al respecto resonará de ahora en más como un eco profundo y trágico, detrás del dolor sin fin de los heridos, muchos de los cuales quedarán con largas sino permanentes secuelas; y detrás y del luto y del clamor de justicia de los familiares de los muertos.

NOTICIA DE ARCHIVO


COMPARTÍ ESTA NOTA