A diez días del derrumbe del puente sobre el arroyo Acaraguá, sobre la Ruta Provincial 103, que costó la vida de dos personas, uno de los sobrevivientes, Ramón Báez, quien viajaba en el colectivo de la empresa Singer que cayó desde el puente al vacío, relató que “fue un momento feo para todos, ojalá pudiera olvidarme de todo lo que ocurrió ese día”, expresó.
El joven contó que se subió al colectivo en la casilla de Colonia Acaraguá, “me senté como un día normal, venía acostado y medio dormido, cuando pasamos por el puente sentí el golpe del lomo de burro del puente que se hizo para que disminuyan la velocidad. Abro los ojos y empiezo a ver la barandilla del puente, cuando miro para adelante y me acomodo en el asiento siento una explosión y a partir de ahí sólo golpes y gritos”, precisó Báez. En tanto, añadió que “había mucha gente que salió despedida y estaba afuera del colectivo, tirados y todos sangrados. Yo quedé adentro y pensé que estaba sólo, pero escuché gritos y atrás había dos chicas rubias, una lloraba y la otra estaba retorcida entre los asientos”, dijo. Si bien Báez tiene un raspón en el tobillo y hematomas en al espalda, indicó que las secuelas más difíciles están en la cabeza porque no puede dormir bien, “me quedaron dolores musculares, los tres primeros días después del accidente no podía dormir, ahora sueño un poco menos. Me despertaba gritando, sueño feo, tengo pesadillas, mientras estoy en la facultad o estoy ocupado estoy normal, pero cuando me acuesto, ahí está el problema y aparecen los recuerdos”, enfatizó el joven.
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